Alimentación sostenible
La alimentación sostenible es un tema amplio que abarca desde los productores hasta los consumidores. De tal forma que todos, ocupando un punto de la cadena u otro, influimos en la alimentación.
Desde el punto de vista del consumidor, la alimentación sostenible se basa en:
- Promover una alimentación rica en productos de origen vegetal, como cereales, frutas, verduras, legumbres y frutos secos.
- Planificar la compra para no adquirir más productos de los necesarios y evitar que acaben en el cubo de la basura.
- Elegir productos de temporada y de cercanía. Los productos de temporada son más saludables y sabrosos y al comprar en nuestro entorno favorecemos la economía local.
- Cuando sea posible, comprar productos a granel y no hacer uso abusivo de los embalajes.
- Consumir lo necesario evitando los desperdicios. Apostar por una dieta variada y equilibrada, aprovechar los alimentos sobrantes para congelar o preparar otras recetas, no echar en el plato más de lo que vayamos a consumir…
- Si se te va a estropear, congélalo. Cuando nos comida preparada que no vamos a consumir, la podemos congelar y utilizarla otro día. Reducimos esfuerzo, ahorramos dinero y hacemos un uso responsable de los recursos.
- Apuesta por los platos caseros. Cocina siempre que sea posible y evita los precocinados. La comida será más natural y saludable, libre de conservantes ni colorantes, y estará cocinada en el momento.
Beneficios de la alimentación sostenible
Llevar una alimentación sostenible nos ayudará a tener una dieta más variada y equilibrada. Al comprar productos frescos de temporada respetamos el ciclo de los alimentos y los consumimos en su momento óptimo de maduración.
Infórmate de cuál es la fruta de temporada, los pescados y verduras y elige calidad frente a cantidad.
La sobreexplotación y sobrealimentación son peligrosas para el medio ambiente y nuestra salud. Consumir de forma responsable nos ayuda a concienciarnos del valor de las cosas y fomenta el respecto por la naturaleza.
Los países desarrollados han modificado sus hábitos alimenticios de forma peligrosa. Los productos precocinados, los conservantes, el exceso de azúcar y sal, el abuso en el consumo de carne y grasas…, dañan cada día nuestra salud y contaminan el planeta.
Invertir la proporción de carne y pescado frente a frutas, verduras, legumbres y frutos secos nos ayudará a llevar una alimentación saludable.
Organizar una dieta semanal y elaborar una lista de la compra adecuada te facilitará conseguir tu objetivo.